La Mili
El servicio militar obligatorio, es el desarrollo de la actividad militar por un individuo de manera obligatoria en algunos países y voluntaria en otros.
En algunos casos, la actividad tampoco es remunerada.
En España, los distintos servicios militares implantados a partir de la Regencia posterior a la muerte de Fernando VII se encontraron con problemas de aceptación social.
Los quintos y la posibilidad de pagar para eludir el servicio resultaban en la utilización de soldados de las clases sociales bajas para la defensa de la patria, lo cual causaba mucha animadversión entre los afectados.
En 1912 Canalejas quiso aportar otra solución más satisfactoria al problema de las injusticias de reemplazo, creando un servicio obligatorio para todos con la figura del “soldado de cuota” para eliminar los sistemas de “sustitución” y de “redención a metálico”; de acuerdo con el nuevo sistema, nadie se libraría totalmente del servicio militar, aunque se seguía ofreciendo ventajas importantes a las familias de determinado nivel económico; estos pagando una cuota de 1000 pesetas, permanecían en filas durante diez meses y aquellos que abonaban la cantidad de 2000 pesetas sólo servían cinco meses. Por contra aquellos que no se hallaban en disposición de pagar cualquiera de estas cuotas se veían obligados a prestar servicio durante tres años. Se suponía que en caso de guerra, los “soldados de cuota” podían ser movilizado
Este servicio recibió la denominación popular de “mili” y fue siempre exclusivo de los varones mayores de edad.
Los únicos que se podían salvar de realizarla eran los hijos de viudas y los individuos con discapacidades físicas para la correcta realización del servicio. Durante los últimos años del franquismo se produjeron los primeros casos de objeción de conciencia de carácter antimilitarista (los testigos de Jehová se negaban ya a cumplir con el servicio militar). Tras la Transición, se crea el MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia) que propone la insumisión como estrategia de resistencia pacífica al reclutamiento obligatorio. Cientos de sus seguidores fueron encarcelados por sucesivos gobiernos por negarse a prestar el servicio militar. En 1984 se reguló por primera vez la objeción de conciencia, penándola con un sistema de servicio social sustitutorio que duplicaba en tiempo al militar. En 1997 se presentaron 130 000 solicitudes de objeción de conciencia y al año siguiente por primera vez los objetores superaron en número a los reclutas: 144 823.
El Servicio Militar Obligatorio fue abolido en España durante el gobierno de Felipe González, y finalmente suprimido por el gobierno de José María Aznar.
Los Quintos y la Mili Los “quintos” han sido una de las tradiciones más arraigadas en España a lo largo de este siglo, pero sobre todo es en los medios rurales donde su estampa es más familiar y más cercana. Las calles del pueblo tenían un aroma especial, los mozos se apoderaban de ellas con sus coplas, la mayoría de las veces de tono subido o indicando que esa quinta era la mejor de todas. También el día del sorteo, el alcalde preguntaba al quinto si tenía algo que alegar a lo que éste podía contestar: Nada. Hijo de viuda pobre. Corto de vista. Pies planos. Tengo un hermano en la mili. Etc.
De esta forma algunos de ellos podían librarse de hacer la mili….”.
El día antes del sorteo los quintos cantaban este cantar:
“Los quintos somos nosotros,
los soldados quiénes serán,
en el balcón del Ayuntamiento
el domingo por la mañana
Atilano lo dirá”.
Normalmente la talla y el reconocimiento tenía lugar en el Ayuntamiento que generalmente estaba lleno por los mozos y sus familiares. El sorteo que tenía lugar al año siguiente, no se realizaba en el Ayuntamiento sino en la Caja de Reclutas de la provincia correspondiente. Allí se iba para saber qué letras habían salido para los diversos destinos. La suerte se echaba entre África y la Península, siendo los destinos de África los peores, llenando de disgusto y pesar a familiares, novias y amigos.
Mariano nos habla de todo esto mientras hace memoria de su época:
“… de la talla se encargaba un empleado del municipio, el cual una vez tallado el quinto y vista sana presencia daba el grito de “soldado útil para servicio”. Si presentaba alguna alegación se declaraba “soldado útil pendiente de fallo” a expensas de que la Caja de Reclutas de Zamora finalizara la revisión del expediente.
El sorteo se celebraba en la localidad de nacimiento mediante un número por individuo. Los números más bajos se destinaban a Cuba, Filipinas, Guinea, Marruecos, etc… Había también cupos, de forma que los números altos se libraban del servicio. También se permitía la permuta de destinos mediante estipendios convenidos entre ambos reclutas.
Más tarde se hizo el sorteo en Zamora, y al igual que antes, los números más bajos eran destinados a colonias…”
Por último qué decir de las numerosas coplillas que los quintos cantaban por el pueblo y en las que alardeaban de ser los mejores quintos o simplemente utilizaban el tono picaresco.
Algunas de ellas:
“Todos los cortos de talla, uncidos en una noria, ya que no sirven a la patria, que rieguen las zanahorias.”
“El Ayuntamiento de Aspariegos, el de los tres balcones, donde nos tiene que ver el médico los coj….”
“Las madres son las que lloran que las novias no lo sientes, que quedan cuatro pollitos, y con ellos se divierten.”
Finalmente en 1999 se ha producido el último alistamiento. Es la quinta del 82. La ley ha suprimido el servicio militar obligatorio, dando lugar así a un ejército profesional.
Pero no olvidemos una cosa: decir en un pueblo pequeño que alguien es “quinto mío” suele llevar implícito el concepto de amistad.
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